En la obra de teatro de Fernando Fernán Gómez se adivinaba que la bicicleta, en España, ha tenido hasta hace bien poco un uso exclusivamente recreativo o deportivo.

Pero a nadie se le escapa que de unos años a esta parte el uso de la bicicleta ha proliferado de forma extraordinaria, no sólo como utensilio destinado al disfrute y la práctica de deporte, sino también mayoritariamente como medio de locomoción habitual.

En nuestra ciudad, como en otras muchas de nuestro país, se ha realizado una verdadera apuesta por la bicicleta como medio alternativo al transporte mediante automóviles. Se han construido decenas de kilómetros de carriles para las bicicletas; se ha dotado a la ciudad de un servicio público de alquiler; se han dictado ordenanzas –a veces polémicas- que confieren prioridad a las bicicletas…

Es innegable que el uso de la bicicleta conlleva innumerables beneficios, no sólo para quien la maneja, sino también para el medio ambiente. No nos vamos a extender en ello, sino más bien en lo contrario: en los riesgos e inconvenientes que acarrea el uso masivo de tal medio de transporte.

En primer lugar ha de considerarse que el ciclista, desde el mismo momento en que utiliza los viales públicos para desplazarse queda sujeto al cumplimiento de las normas que impone nuestro código de circulación. No es, ni mucho menos, infrecuente la imagen del ciclista urbano que no respeta los semáforos u otras señales de prohibición, ¿verdad?

Además, en cuanto sujeto que forma parte de la circulación, queda obligado como todos los demás a responder por todos los daños que cause. Curiosamente a nuestro legislador se le ha olvidado (o no lo ha considerado necesario) obligar a los ciclistas a suscribir de modo obligatorio un seguro de responsabilidad civil, como tiene que hacer cualquier propietario de vehículo a motor. Un ciclista puede causar daños que económicamente supongan su ruina: un atropello en un paso de cebra o la provocación de un accidente de tráfico por no respetar una señal…

Ahí va, por ello, el primer consejo como Abogado: si son dueños de una bicicleta y la utilizan con frecuencia no dejen de cerciorarse de que tienen asegurada su responsabilidad civil frente a terceros por el uso de la bicicleta. Normalmente los seguros de hogar tienen asegurada esta contingencia, pero no dejen de consultarlo con su mediador. El mejor seguro es la prudencia y el respeto a las normas de circulación, pero el error forma parte de nuestra naturaleza, así que no dejen de asegurarse. Incluso para el supuesto de que usen una de las bicicletas cedidas en alquiler por el Ayuntamiento, busquen el modo de tener una póliza de responsabilidad civil personal.

Por otra parte hay que valorar que el ciclista viaja en un vehículo en que la carrocería la pone él mismo. Ello es una razón más para solicitar la máxima prudencia para el ciclista, porque en caso de cualquier accidente siempre va a resultar la parte más débil. Estos días calurosos en los que nuestras carreteras

se llenan de ciclistas nos están deparando noticias luctuosas de bicicletas arrolladas por automóviles con resultados desastrosos.

Si usted es un conductor de automóvil, extreme la precaución. Tenga en cuenta que el ciclista, aunque le pueda exasperar por su lentitud, es un usuario más de la vía y que tiene que ser adelantado siempre a una distancia superior a un metro y medio. Además, no debe olvidarse que un grupo de ciclistas, ya circulen en fila india, ya lo hagan en grupo, debe ser considerado como una unidad, lo cual indica que en una rotonda, por ejemplo, tiene Vd. que dejar pasar a todos ellos.

En cualquier caso, también como Abogado le aconsejo, además de la máxima cautela, no perder los nervios si Vd. tiene la desgracia de arrollar a un ciclista. Pare inmediatamente, llame a los Servicios de Urgencia y quede a la espera de la llegada de la Policía. En cualquier caso las consecuencias económicas del siniestro están amparadas por su seguro de circulación, y en cuanto a las personales (penales), se dirimirán en el momento oportuno siempre con la defensa de su Abogado. Pero está claro que si Vd. se larga del lugar las consecuencias pueden ser mucho peores porque, de cualquier manera, le pueden imputar un delito de omisión de socorro además de las consecuencias del accidente (lesiones, homicidio). Por otra parte, conviene estar presente cuando llegue la Policía para explicar desde el primer momento lo que ha sucedido desde nuestro punto de vista… si no estamos en el lugar del accidente nuestra posterior versión puede perder credibilidad.

Y, como viandantes, tengamos también presente la existencia de bicicletas que nos pueden causar daño si nos atropellan. Quede claro que mientras el peatón transite por los lugares destinados para ello (aceras, bulevares, calles peatonales…) goza de absoluta preferencia y es el ciclista quien debe acomodarse a los viandantes: no puede circular por las aceras; si lo hace por los carriles habilitados en los bulevares lo ha de hacer a velocidad moderada y respetando los pasos de peatones; y si lo hace por calles peatonales, lo debe hacer a muy baja velocidad y siempre respetando la preferencia del caminante.

El consejo: si es usted ciclista y ha seguido el anterior de tener concertado un seguro de responsabilidad civil, actúe como si fuera un conductor de vehículo: asista a la víctima, llame a los servicios de emergencia y permanezca hasta la llegada de la Policía para la confección del Atestado; aporte los datos de su póliza de seguro y acuda con posterioridad a un Abogado especializado en responsabilidad civil y seguros.

Si es usted el peatón atropellado, en la medida en que se lo permita su estado, trate por todos los medios de evitar que el conductor de la bicicleta desaparezca y busque Vd. el testimonio de los circunstantes para la identificación de dicha persona y la descripción de los hechos. Acuda asimismo a un Abogado especializado en responsabilidad civil y seguros.

En fin. Disfrutemos de las bicicletas, pero sin olvidarnos de que, como en cualquier otra actividad humana, la interrelación entre las personas genera conflictos cuya resolución finalmente puede quedar en manos de los Tribunales. Por eso, ante cualquier conflicto, busque el Abogado especializado.